lunes, 28 de septiembre de 2009

EL NACIMIENTO DE MI HIJO ARIEL



Mi hijo nació el 17 de mayo de 1970, cuando yo tenía 20 años. Nació en la Clínica del Dr. Juan Iriarte y no me cobraron ni un centavo. Además, no tenía dinero. Recuerdo que muy temprano, serían menos de las siete de la mañana, me embarqué en un colectivo para retornar a mi casa con la buena noticia, y me tocó sentarme al lado de una vecina ya de edad. Ramoncito, me dice, qué anda haciendo tan temprano por acá. Vengo de la clínica, le digo. ¿Alguien se enfermó? No, nació mi hijo. Y la vieja comenta: Qué barbaridad, tan pronto. Fue la primera opinión que arrancó el nacimiento de Ariel Alejandro.
Mi primer hijo fue una luz, una pasión y una obsesión que desató la histeria entre todos. Quizá porque lo cuidábamos excesivamente se enfermaba y no sabíamos qué hacer. A la semana de nacido, el pediatra le recetó un antibiótico fuerte y caro, y me comentó que si no reaccionaba con eso se moriría. Desde entonces pasamos unos afanes terribles, al punto que yo vivía rezando y chantajeándole a Dios que si salvaba a mi hijo, comulgaría por el resto de mis días, cosa que jamás pude cumplir. Una vez no tenía para comprar medicinas y me fui a la farmacia armado de una guitarra de doce cuerdas, que había comprado en tiempos mejores, y la dejé empeñada, y nunca más la recobré.
Por eso digo que mi hijo me cambió la vida, cambió totalmente mis proyectos. Hace algunos años reuní a mis cinco hijos y les comuniqué que el nuevo jefe de la familia sería mi hijo Ariel, que lo respetaran como tal. Era una ceremonia calcada de El Padrino, la novela de Mario Puzo. Al último de mis hijos, a Ramoncito, le dije desde niño: Si yo me muero, ¿quién es tu papá? Mi hermano Ariel. Esa era la consigna que felizmente no es todavía necesaria, y él tiene ya 18 años y no se va a morir de hambre porque ya gana su dinero tocando la guitarra eléctrica.
Excepto Ariel, mis cuatro hijos restantes estudiaron en el Instituto Laredo y aprendieron música. Ariel me preguntó alguna vez por qué no había hecho el esfuerzo para que él también ingresara al Laredo y quedé mudo. Me pregunté por qué y entonces reviví los días críticos que vivimos desde su nacimiento, porque él nació durante el régimen del general Torres, cuando yo era dirigente de la Facultad de Derecho, y luego se vino el golpe de Estado del 21 de agosto de 1971, que nos ocasionó persecuciones y años sin un buen trabajo, hasta que salí profesional. Luego vino el golpe del general García Meza, el 17 de julio de 1980 y acabamos en el exilio, donde mis hijos estudiaron en una escuelita cuyo nombre era “Sin Nombre”, pues así era de precaria. Y al retornar al país, mi hijo ya no tenía edad para ingresar al Laredo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario